…lo rieles crujían, el abismo bajo sus pies lo llamaba. era el retrato perfecto de lo que sentía… ¿si lo maderos decidieran dejar de sostenerlo todo en este instante, sería el final o el principio? una disimulada risa de temor y valentía se dibujó en sus labios… el corazón se agitó y con toda certeza se repitió: «definitivamente sería…» -Disculpe. ¿hace cuanto está en este vagón? -preguntó la anciana que lo miraba con profunda curiosidad. respiró profundo. se quitó el audífono derecho del oído y con la más tierna de las miradas le respondió: «hoy… exactamente… un año». -llegó la hora, es tiempo no hay porque esperar.- una vez más cautivado por el vacío… la melodía que lo acompañaba lo hacía volar, los ojos se empezaron a nublar… el sol que se disponía a descansar se fragmentaba en millones de colores. la anciana se puso de pie… beso su mejilla… puso en sus manos un sobre… mientras le murmuraba al oído: «quedan veinticinco para las diecinueve.» confundido observó el sobre… levanto la mirada… tenía miles de preguntas… en cambio, solo pudo contemplar como la delicada figura se desvanecía en la oscuridad del vagón, mientras sus audífonos repetían sin parar: «where is my mind…»