entonces tenemos…

¿quién despichó el sofá?

nuevas sonrisas… nuevas miradas… reencuentros maravillosos… besos furtivos… hermosas proposiciones… amaneceres con vino… sonrisas sin razón… camas sencillas compartidas… lágrimas acumuladas… silencios placenteros… abrazos que salvan… miradas que desarman… sonrisas que enamoran… frases que dan vida… imprevistos placenteros… pasos despreocupados… cafés a las tres… libros que apasionan… letras que se escapan…. música olvidada… cabelleras desordendas… instantes infinitos… coincidencias deliciosas… bares vacios… cigarrillos en el bolsillo… conversaciones que nunca acaban… voces que estremecen… bailes en medias… simplemente pasaba por acá… un bulto listo para lo que sea… las monedas contadas… el alma llena… rumbo fijo a esos labios que hacen perder la razón…

boceto

estaba sentada como tantas veces la había encontrado. rebuscando entre páginas refugio y respuestas a preguntas que se negaba a responder por su cuenta. nadie le prestaba atención, las horas pasaban sin quedarse, al igual que las personas que rara vez la acompañaban. intentó un par de veces partir con quien le hacia compañía, pero el calor de ese rincón era tan acogedor que resumía diciendo: no necesito nada más que esto. inmediatamente el miedo le aceleraba el corazón, le hacía preguntarse mil y un cosas más de las que se hubiera querido preguntar…

realmente había aprendido a amarse, a no necesitar nada de nadie. todo era desechable, empezando por ella misma. sentía que nada cambiaría si ella no existiera, sería simplemente una silla más vacía, un café humeante que alguien más disfrutaría, un metro cuadrado adicional en esta hacinada ciudad.

la muerte le era tan ajena que aún sabíendose absolutamente prescindible, nunca se había detenido a conversar con ella. estaba convencida que podría estar muerta que nadie se hubiera enterado, así que para qué gastar el tiempo pensando en cosas inevitables e insignificantes…

prefería perderse en las historia de cualquier libro. no existía texto malo o mediocre, eran exactamente el reflejo de la vida real. algunas sobresalientes y maravillosa, así como otras patéticas y deprimentes, que no vale la pena ni contarlas. ella no las juzgaba, solo las devoraba con los ojos para vivir cada una de ellas… para ella eran su universo. gracias a ellas había sido la amante de mil hombres, la oreja de van gogh, el pincel y cincel de miguel angel, la niña que le escribía cartas a su padre preso, incluso una vez fue un barco de papel que había logrado atravesar el atlántico. hace un tiempo la logré escuchar decir que en esta vida ya había vivido al rededor de diecinueve mil vidas…

hoy mientras escribo estas lineas espero que realmente este sonriendo e iluminando el mundo como el día en que descubrí que me aterraba la luz del día.

la otra cara de la moneda

Popayan - Colombia

entró… no había nadie a quien saludar… nadie a quien abrazar… ni contarle los pormenores del día… encendío la radio… una melodía distante empezó a inundar el lugar… abrió por acto reflejo la nevera… no sacó nada… la melodía lo acompañaba… algo le recordaba… pero no daba con que era… se encontró repasando mentalmente los meses anteriores… de la misma forma que lo había hecho ya repetidas veces… pero hoy algo era distinto… tal vez la tonada… tal vez el ritmo que llevaba al caminar… se dio cuenta que estaba repasando una vez más los meses… pero esta vez por la otra cara de la moneda… fue en ese instante que pudo cerrar la puerta… y poner doble llave.

nunca te encontré

!http://www.19dejulio.com/images/81.jpg (nunca te encontré…)!

por más que buscaba soledad nunca la encontraba… recordó aquella vez que guardo mil cosas en un baul y con ellas la llave que lo abre… aún así no la encontró… rebuscó en el olvido y ahí ni siquiera la conocían… se preguntó por que él no era como todos o al menos como alguno de los personajes que pasaba inventando… como ese que nunca se levanto de la mesa de aquel café dibujando a lapiz cuanta mujer bella ordenaba un cappuccino… o aquel que siempre reía al ver llover… los días pasaban sin encontrarla… por qué alguien siempre llegaba y algunos nunca se iban… cerraba las puertas y ventanas buscando el silencio perfecto… pero aquella melodía insistía en reaparecer… la risa lo invadía… revivía con ella el instante aquel en que le tuvo un miedo absoluto a luz del día… no hubo otra opción que estallar en mil carcajadas de colores… vistiendo aquel temor con una tarde soleadala y la silueta de un arbol en un azul de cielo perfecto… el café olía a enero… y el lugar era nuestro…