Con todas las ganas se hechó a llorar, no sabía por qué lo hacía, solo lo tenía que hacer… los ríos bajaban llenando el lugar. Sanando rincones tan profundos que era imposible comprender todo lo que sucedía…
La sonrisa llegaba como el primer rayo de sol. El corazón en paz, el alma libre y lo pies ligeros… con todas la ganas de volar y descubrir el secreto detrás de aquella montaña, que hace más de diez años se había prometido cruzar…
La luna iluminaba el camino, pero no era aquel conocido y trillado… al contrario… era ese que solo se percibe con los ojos cerrados y la mano en el corazón… como quien da ese paso al vació, con todas las ganas y la certeza absoluta… que es hoy… cuando empieza el resto de la vida.