…y no le escribió, no pudo ni siquiera ver el mapa, lo hacia llorar desconsoladamente, como hacía mucho no lloraba. Tenía la paz de haberlo dicho todo, pero su corazón seguía recordando los colores y la carcajada eterna por el miedo a la luz del día. La nostalgia y el cansancio nublaban todo, pensó pedir ayuda, pero no tenía la menor idea de cómo hacerlo.
Faltan aún unas cuantas horas… encontró sus manos vacías, el año se había esfumado y con él días mejores… nunca se había dejado estar triste, siempre encontraba como sonreírle a la situación… para este punto ya todo era nuevo, se sentía ajeno a todo.
Cerró los ojos, sintió como la sangre recorría sus venas, aun completamente inmóvil, comprendió que se movía con el todo, y dentro de él, todo se movía aún más rápido. La ansiedad le oprimía el pecho, se sentía minúsculo, como una brizna a punto de perder su fuego.
Intentó quedarse aún más quieto, sintiéndose aún más solo, ahora podía sentir sus latidos, las lágrimas eran ríos, se vió montado en la corriente, mejilla abajo, buscando el mar.